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Pictogramas: el cine


Los cuentos son, entre otras muchas cosas, una puerta mágica que se abre a la imaginación y también una de las sendas en las que el tránsito conjunto de adultos y niños conduce a éstos últimos a apropiarse e incorporar, además de la cultura, desarrollos especialmente útiles en nuestra especie: sentimientos, emociones, empatía, costumbres y hábitos de nuestra sociedad, comprensión social y muchos otros de indudable significación humana. Los niños y niñas con desarrollo normal o neurotípico dispone de esta maravillosa herramienta, el cuento, con infinitas posibilidades temáticas y múltiples adaptaciones en función de la edad, el contexto, la finalidad, el sentido, etc. Los niños con desarrollo normal puede, sin ninguna dificultad, atravesar todas esas puertas y caminar por todas esas sendas de los cuentos. Pero, ¿qué ocurre con los niños que no tienen ese desarrollo típico? ¿Qué ocurre con los niños y niñas con autismo? Niños en los que el alto nivel de abstracción del lenguaje (oral y escrito) se constituye en un obstáculo de difícil solución para sus posibilidades, en los que el procesamiento de secuencias narrativas de acontecimientos, mediante el lenguaje oral y escrito, es un intento vano, constantemente salpicado de vacíos, de coronar la montaña de significación y sentido del cuento. ¿Cómo hacer para que una mente “hiperrealista”, en la que las cosas son blancas o negras pero no hay tonalidades, en la que la imaginación está encadenada a la realidad física, pueda también disponer de forma efectiva de esa maravillosa herramienta que es el cuento? Aunque el niño y la niña con autismo, a diferencia de los niños con desarrollo normal, puede contar con la aparente ventaja de ser esencialmente unos “aprendices visuales” y entender y almacenar la información de manera visual, sin embargo, las imágenes y dibujos de los cuentos habitualmente disponibles en el mercado no siempre reúnen las características idóneas y, en general, pueden estar supeditadas al desarrollo de los muchos y abstractos conceptos del contenido que se recoge en el guión escrito del cuento. Aún cuando pueda ser válida la aseveración: “Una imagen vale más que mil palabras”, en el caso de los niños con autismo es más conveniente y efectivo para ellos que las imágenes se relacionen con situaciones concretas. Se desprende, por tanto, una clara necesidad de disponer de cuentos adaptados, cuentos en los que se minimice el nivel de abstracción de las imágenes y del texto, que se adapte el tipo de letra (por ejemplo, para los niños con autismo, en determinados momentos evolutivos, es más efectivo la utilización de mayúsculas), que se articule una estructura narrativa sencilla en la que las imágenes y los dibujos realistas dominen en el guión y el lenguaje escrito se supedite a ellas, que permitan distintas finalidades: facilitar la comprensión del lenguaje, favorecer la lectura, incrementar habilidades de atención, posibilitar el aprendizaje de comportamientos y normas sociales en distintos contextos, dar guía y orientación en la solución de problemas cotidianos, … y, en definitiva, construir, en la medida de lo posible, cimientos sobre los que sea posible acceder al mundo de significación compartida y placentera que la magia del cuento permite. Esta colección surge como un intento de dar respuesta a esa necesidad y pone a disposición de padres y educadores de niños con autismo una serie de cuentos que se ajustan a ese estilo de pensamiento concreto e hiperrealista. Además, al incorporar oraciones sencillas construidas no solo con la palabra escrita sino también con pictogramas claros, esta colección de cuentos se convierte en una herramienta muy atractiva para la estimulación de los procesos de lectoescritura. En definitiva, con estos cuentos se ha buscado que los niño
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